Este es el inicio de nuestras vacaciones. La primera cosa que debíamos hacer era ir a extraer el billete para embarcar. Hasta aquí sin problemas, la dificultad recae en embarcar el vehículo. Después de realizar una vuelta turística por todo el puerto (quien diría que es tan grande), nos indican “muy amablemente” donde se encuentra el embarca para Livorno (Florencia). Los niños están durmiendo y es un alivio, ya que solamente faltaban las dos “ratas” gritando en los asientos traseros. En fin después de una hora de cola embarcamos ene el barco de la compañía “Grimaldi Lines”. El camarote nada claustrofóbico, contaba con dos literas y allá dormimos los cuatro. A la mañana siguiente los niños se levantaron entusiasmados y más contentos que nosotros. Tuvimos que estar la gran mayoría de la travesía en cubierta para que ellos pudieran deleitarse la vista con tanta agua a su alrededor.
Llegamos al puerto de Livorno con hora y media de retraso, lo que hace la búsqueda de la casa rural mas complicado ya que ha caído la noche, y ésta se encuentra por caminos alejados de la urbe. Finalmente encontramos la casa rural. Era de noche pero apuntaba buenas maneras al ver una piscina iluminada con unos 200 metros de césped y un porche con diversas silla y mesas, donde me encuentro ahora escribiendo estas líneas, acompañado de una coca cola y un cigarrillo
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